martes, 13 de enero de 2009

5.1. Pueblos Antiguos del Mediterráneo

La Cuenca Mediterránea

La Cuenca Mediterránea es la región geográfica que bordea al Mar Mediterráneo, incluyendo las zonas irrigadas por los ríos que desaguan en él. Se extiende a través de las costas del sur de Europa, norte de África y el Medio Oriente. Al este de la cuenca destaca el Creciente Fértil, una zona de temprano surgimiento de la civilización integrada por la cuenca del Nilo, el Levante y Mesopotamia. El conocimiento histórico de los pueblos que han habitado las costas del Mediterráneo nos permite entender el origen de la civilización europea occidental.

Ya en el Neolítico el Creciente Fértil vio el nacimiento de la agricultura con la aparición del cultivo de cebada, trigo, lino, garbanzo, guisante y lenteja, además de la domesticación de la vaca, la cabra, la oveja, el cerdo y el caballo. La cuenca también sirvió como una vía importante de comunicación que permitió la expansión de la metalurgia, el comercio y la navegación.

En un primer momento el desarrollo de la civilización se concentró en el Mediterráneo Oriental con el auge de Egipto, Mesopotamia y Persia. Pero tras el surgimiento de la Cultura Griega y el poderío de Cartago, este protagonismo se trasladó hacia el Mediterráneo Occidental. Al final de la Edad Antigua toda la Cuenca Mediterránea había sido conquistada por un solo imperio: Roma, el cual le dio al Mediterráneo el nombre de Mare Nostrum.

Los Hititas

Los Hititas eran un pueblo indoeuropeo que se estableció en la región central de la península de Anatolia (actual Turquía), en lo que llegaría a ser conocido como País de Hatti. Gracias a su superioridad militar, su maestría en el uso de carros de combate y el conocimiento de la metalurgia del hierro, llegaron a consolidarse como la tercera potencia del Medio Oriente junto a Babilonia y Egipto.

Desarrollaron su propia lengua y forma de escritura jeroglífica, la cual combinaban con la escritura cuneiforme aprendida de los asirios. La mejor muestra de esta escritura son las más de 10.000 tablillas del “archivo nacional” de Hattusa. El rey hitita era considerado escogido por los dioses y dirigía los rituales más importantes. Las principales divinidades hititas eran:
  • Teshub: dios del trueno y la lluvia cuyo emblema era el hacha.
  • Arinna: gran diosa del sol.
  • Aserdus: diosa de la fertilidad.
  • Elkunirsa: creador del universo y esposo de Aserdus.
  • Sausga: diosa de la guerra, equivalente a la mesopotámica Ishtar.

La historia hitita se divide en dos períodos separados por una etapa de caos y decadencia. El Reino Antiguo se extiende desde el 1680 hasta el 1430 a.C. Fue fundado por Labarna, quien unió a las ciudades-estado hititas bajo un solo gobierno. Su hijo Hattusil I declaró Hattusa como capital y extendió las fronteras conquistando Alepo en Siria y enfrentándose a los hurritas, ambas empresas finalizadas por su nieto Mursil I, quien también saqueó Babilonia.

Tras el reinado de Telebino, el reino hurrita de Mitanni logró arrebatar grandes territorios de Siria a los hititas, los cuales vieron también amenazada su capital por las tribus bárbaras kaskas del norte. Una serie de reyes débiles y luchas internas se sucedieron durante el llamado Período Oscuro.

En 1430 a.C. llegó al trono Tudhalia I, quien estableció los cimientos del Reino Nuevo. Tras sofocar las rebeliones internas y derrotar a los kaskas, inició una gran guerra contra Mitanni que continuarían los siguientes tres reyes hasta lograr la victoria. En 1295 a.C. fue coronado Muwatalli II, quien trasladó la capital a Tarhuntassa ante la inminente guerra contra Egipto. Este conflicto estalló al llegar al trono egipcio Ramsés II y tuvo su punto culminante en la Batalla de Qadesh, la cual, aunque tuvo un resultado incierto, frenó la expansión egipcia. Este conflicto debilitó el poder hitita, lo que fue aprovechado por Asiria para apoderarse de Mitanni. Hattusilli III se vio obligado a firmar un tratado de paz con Ramsés II y concentró su atención en Asiria. Finalmente el Reino Hitita fue destruido alrededor del 1200 a.C. por el sorpresivo ataque de los Pueblos del Mar que incendiaron Hatussa y mataron al último rey, Shubiluliuma II.
La Puerta del León en las ruinas de la capital hitita de Hattusa.

El Antiguo Israel

Los Israelitas son un pueblo semítico que se asentó en Judea en épocas muy tempranas provenientes del noreste. Las principales fuentes antiguas para su estudio son escritos religiosos como el Talmud y la Biblia Hebrea o Tanaj (Antiguo Testamento). Los israelitas desarrollaron una de las primeras religiones monoteístas del mundo, el Judaísmo, la cual identifica a Yahvéh como único Dios. Según la tradición bíblica, el origen de Israel se remonta a los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob.

Durante el siglo XIX a.C. los israelitas emigraron hacia las regiones de Canaán y Judea, las cuales estaban bajo el control de pequeños reinos cananeos e hicsos que batallaban por las rutas comerciales. Sin embargo, los egipcios pronto consolidaron su poder sobre Canaán, iniciando el Cautiverio en Egipto que finalizó con el Éxodo. Esto último pudo haber ocurrido durante el reinado de Ramsés II.

Tras abandonar Egipto guiados por Moisés, los israelitas vagaron por el desierto durante una generación, hasta que iniciaron la conquista de Canaán bajo el liderazgo de Josué. En 1140 a.C. se enfrentaron a los cananeos y en el 1020 a.C. derrotaron a los filisteos, logrando el dominio de Judea y Samaria. Durante este período los israelitas habían sido gobernados por los Jueces, pero la continua amenaza filistea los llevó a elegir a su primer rey, Saúl, cuya muerte provocó una guerra interna que finalizó con la coronación del rey David. El nuevo monarca conquistó Jerusalén y la convirtió en la capital de Israel. Salomón fue coronado como heredero de David y su reinado fue un período de esplendor y riqueza. Se construyó el Templo de Jerusalén y gran cantidad de palacios. A su muerte una nueva crisis dividió a Israel en dos reinos: Israel al norte y Judá al sur.

En el 720 a.C. Sargón II de Asiria conquistó Israel provocando la huída de muchos de sus habitantes hacia Judá. La ciudad de Jerusalén se expandió y fortaleció. Ezequías intentó recuperar el territorio del norte, pero fue derrotado por Senaquerib, quien sitió Jerusalén. Se cree que la ciudad logró salvarse por la oportuna intervención de Egipto. En el 608 a.C. los egipcios conquistaron Judá, pero tres años después Babilonia tomó el control tras la Batalla de Karkemish. La negativa de los israelitas de pagarle tributo a Babilonia provocó la destrucción de Jerusalén en el 587 a.C. y el Cautiverio en Babilonia, el cual duró hasta la conquista persa en el 539 a.C.

En el 331 a.C. Judea fue conquistada por Alejandro Magno. Entre el 174 y el 163 a.C. Antíoco IV Epífanes emprendió reformas para “helenizar” a los israelitas y erradicar el Judaísmo, provocando la rebelión de los Macabeos.

En el 150 a.C. Judá recuperó la independencia como reino, la cual duró hasta el 63 a.C. cuando el general Pompeyo la integró al Imperio Romano. En el 66 d.C. Eleazar ben Ananías inició la primera Guerra Judeo-Romana al expulsar a los romanos de Jerusalén. El emperador Vespasiano y su hijo Tito aplastaron a los judíos tras una serie de campañas que finalizaron con el asalto de la fortaleza de Masada en el 73 d.C. Dos nuevas guerras estallaron en el 113 d.C. durante el reinado del emperador Trajano y en 132 d.C. durante el reinado de Adriano. Esta última fue la causa de la destrucción del Templo de Jerusalén, la transformación de la antigua Judea en Palestina y el inicio de la Diáspora Judía. En el siglo IV d.C. Constantino I el Grande permitió a los judíos volver una vez al año a Jerusalén para recordar su derrota ante el Muro de los Lamentos.

La Civilización Minoica

Considerada la primera civilización antigua europea, los Minoicos fueron una cultura pre-helénica que se desarrolló en la isla de Creta entre los años 3000 y 1200 a.C. Su nombre se debe a la relación establecida por los arqueólogos entre el Palacio de Cnosos y el mítico rey Minos.

Se cree que los primeros pobladores de la isla llegaron desde Anatolia alrededor del 7000 a.C. En el 2700 a.C. se introdujo el torno de artesanía y la metalurgia del bronce, dando inicio a un enorme desarrollo social y comercial. Esta primera fase se conoce como Minoico Antiguo o Prepalacial (2600 al 2000 a.C.) y se caracterizó por el creciente comercio entre Creta y los reinos del Medio Oriente y Egipto.

El Minoico Medio o de los Palacios Antiguos (2000 al 1700 a.C.) vivió el esplendor cultural que permitió la construcción de los grandes palacios de Festos, Malia, Hagia Triada y Cnosos, siendo este último el más conocido e importante de todos. Sin embargo, hacia el final de este período ocurrió una catástrofe que destruyó los palacios. Las dos principales teorías que buscan dar respuesta a este misterio hablan de un importante terremoto que sacudió a Creta o de una invasión hitita contra la isla.

El Minoico Reciente o de los Palacios Modernos (1700 a.C. al 1400 a.C.) vio la recuperación de la civilización minoica hasta alcanzar su punto de mayor auge y poderío, representado por el rey Minos, quien habría obligado a la ciudad griega de Atenas a ofrecer jóvenes para ser sacrificados en el Laberinto del Minotauro. En medio de este auge nuevamente un misterioso evento destruyó a los minoicos. Algunos historiadores relacionan este fin abrupto con la erupción del volcán de la isla de Tera (actual Santorini) que provocó terremotos y maremotos por todo el Mediterráneo Oriental. Antes que los minoicos pudieran recuperarse, Creta fue invadida por los micénicos, marcando el final de esa civilización.

Fresco de los Delfines en el Palacio de Cnosos, Creta.

Cultura Fenicia

La región de Fenicia se extiende por la costa norte del Levante, en las actuales Líbano y Siria. Esta cultura es también llamada Cananea por las fuentes bíblicas. Poblada desde principios del III milenio a.C, la costa escarpada incentivó el desarrollo de una sociedad marítima y comercial con un sistema político dominado por ciudades-estado como Sidón, Biblos, Tiro y Acre. Las invasiones de los Pueblos del Mar le dieron la oportunidad a las ciudades fenicias de controlar el Mediterráneo a partir del 1200 a.C.

Los barcos fenicios establecieron una intensa red comercial que incluía factorías y colonias en lugares como Rodas, Creta, Gádir (actual Cádiz en España), Malta y Cartago. Sus conocimientos de astronomía y construcción de barcos les daban una gran ventaja como navegantes. Los fenicios llegaron más allá de Gibraltar, internándose en el Atlántico donde descubrieron las islas Canarias, Madeira y Azores. Según Heródoto, alrededor del 600 a.C. barcos fenicios lograron circunnavegar África. El alfabeto fenicio de 22 consonantes desarrollado en Biblos es la base de los alfabetos griego y latino.

El poder político lo ejercían monarquías hereditarias en las que los reyes asumían también funciones sacerdotales. Entre los dioses adorados por los fenicios están:

  • Astarté: diosa principal de Sidón, es la divinidad solar de la caza, la guerra y la fecundidad. También era adorada como protectora de los navegantes. Se le representa cabalgando sobre un león.
  • Baal: principal dios de los fenicios, su nombre significa “Amo” o “Señor”. Es el dios del cielo, las tormentas y la pesca.
  • Eshmún: dios de la sanación adorado en Sidón y Chipre.
  • Melqart: dios solar originario de Tiro y protector del comercio.
  • Adonis: dios de la vegetación y del ciclo natural de la vida.
  • Asherah: gran diosa madre adorada en la mayoría de las ciudades fenicias.
  • Tanit: “la Señora”, diosa principal de la ciudad de Cartago.

La historia fenicia se puede dividir de acuerdo a la sucesión hegemónica de sus tres ciudades más importantes:

  • Biblos (2600 al 1600 a.C.): la tradición aseguraba que esta ciudad portuaria había sido fundada por el dios El. Su poder se sustentó en el comercio con Egipto, pero también precipitó su decadencia cuando quedó sometida al poder de los faraones.
  • Sidón (1600 al 1200 a.C.): ubicada sobre un promontorio estratégico junto al mar, fue un importante puerto comercial y centro pesquero. Extendió su poder principalmente en el Mar Negro y el Mar Egeo. Su decadencia comenzó con el surgimiento de las ciudades griegas, las cuales le arrebataron el poder sobre el Egeo. Fue destruida por los filisteos.
  • Tiro (1200 al 700 a.C.): situada en un emplazamiento entre dos islotes a un kilómetro de la costa. Sus navegantes llegaron más allá del Estrecho de Gibraltar, hasta las costas occidentales de África y las Islas Británicas. Su momento de mayor esplendor coincidió con el reinado de Hiram I, aliado del rey Salomón. En el 700 a.C. la ciudad fue sitiada y conquistada por los asirios.

En el 332 a.C. Alejandro Magno conquistó toda Fenicia tras aplastar la resistencia de Tiro. Cartago, la antigua colonia de Tiro en el norte de África, se convirtió así en el último bastión fenicio en el Mediterráneo, aunque su cultura es referida con el nombre de Cultura Púnica. Los cartagineses dominaron el comercio marítimo en el Mediterráneo Occidental estrechando lazos con ciudades españolas como Gádir y Tartessos. Este dominio los llevó a enfrentarse a los romanos en las Guerras Púnicas. En 202 a.C. el gran general cartaginés Aníbal y su hermano Asdrúbal cruzaron los Alpes desde Hispania con un gran ejército que incluía elefantes de guerra. Tras soportar el ataque, Roma lanzó una invasión contra Cartago que finalizó con la destrucción total de la ciudad y la masacre de todos sus habitantes en el 146 a.C.

Los Etruscos

Los Etruscos fueron un enigmático pueblo que se desarrolló en el noroeste de la Península Itálica, en Etruria (actual Toscana). Desde allí se extendieron hacia el Lacio y la Campania en el sur y la Lombardía en el norte. Predecesores de Roma y herederos del mundo helénico, el origen de los etruscos es aún un misterio. Heródoto propuso que los etruscos llegaron desde Lidia en el siglo XIII a.C, pero Dionisio de Halicarnaso aseguraba que eran un pueblo autóctono de Italia.

Etruria era una federación de doce ciudades unidas por lazos religiosos y conocida como la Dodecápolis. Cada ciudad tenía su propio sistema político e identidad. Algunas eran regidas por monarquías, mientras que otras eran gobernadas por dictaduras militares e incluso repúblicas senatoriales. El sistema social estaba estratificado en cuatro niveles: la oligarquía, la plebe libre, los extranjeros (generalmente griegos) y los esclavos.

La religión etrusca estaba plasmada en varios libros sagrados. Sus divinidades tenían una fuerte influencia griega, pudiéndose identificar a los dioses Tinia, Uni y Menrfa con Zeus, Hera y Atenea. El culto estaba en manos de los sacerdotes o arúspices, quienes interpretaban los designios proféticos a través de la lectura de las vísceras de animales, la observación del vuelo de las aves, los rayos y otros fenómenos meteorológicos.

Su gran flota comercial les permitió el control del Mediterráneo Occidental, estableciendo factorías en Cerdeña y Córcega. Para mantener este control crearon una alianza con los fenicios en contra de los griegos. Alrededor del siglo IV a.C. estrecharon relaciones con Corinto. Sin embargo, en el 545 a.C. se unieron a Cartago nuevamente contra los griegos. En tierra firme la situación era aún más inestable, teniendo que enfrentar a la Liga Latina liderada por Roma en el Lacio, los samnitas de Campania, el poder de Siracusa en la costa y las continuas invasiones de los celtas en las llanuras del Po. Sólo los faliscos al oeste del Tiber se mantuvieron como aliados incondicionales. En el 300 a.C. griegos y etruscos se unieron contra Roma y Cartago por el control de las rutas comerciales del Mediterráneo. Cinco años después los etruscos se unieron a la liga liderada por los samnitas que se enfrentó a los romanos en la Batalla de Sentinum. El historiador romano Tito Livio calcula las bajas romanas en 8700, mientras que los samnitas, etruscos y otros aliados perdieron hasta 25.000 soldados. Hacia el 40 a.C. Etruria fue transformada en una provincia romana. Entre las costumbres etruscas adoptadas por los romanos destaca la lucha de gladiadores.

Anotaciones para el Mundo Mágico: El hechizo que destruyó la Atlántida

Fue el filósofo griego Platón quien describió por primera vez el continente perdido de la Atlántida, el cual situaba frente a las Columnas de Hércules, en medio del océano que, debido a este relato, sería conocido como Atlántico. Platón hace una descripción de la isla, narra el intento de los atlantes por dominar el Mediterráneo, la defensa de egipcios y atenienses y el final de la Atlántida destruida por una terrible catástrofe que la hundió en el mar. Esta historia fue catalogada como verdadera por los historiadores romanos Plinio el Viejo y Plutarco, pero fue hasta el Renacimiento cuando el interés de los estudiosos se concentró en el legendario relato, buscando vestigios del reino atlante en diversas islas como las Azores, las Canarias y las Antillas.

Aunque la Comunidad Mágica en un principio prestó poca credibilidad a Platón por ser un muggle, durante el siglo XVI comenzaron a circular manuscritos y objetos mágicos que eran vendidos alegando un origen atlante. El célebre mago alemán Cornelius Agripa afirmaba haber encontrado y traducido uno de estos textos, el Libro de Dzien, del cual aseguraba era un tratado “impresionante y de veracidad plausible”. Sin embargo, este se perdió con el paso del tiempo quedando sólo su referencia.

A principios del siglo XX una destacada alumna del Instituto Durmstrang afirmó haber conversado en sueños con Agripa, quien le señaló un nicho secreto detrás de una de las columnas de la biblioteca del colegio. Para gran asombro del profesorado, se encontró un cofre antiguo que contenía una de las traducciones de Agripa del Libro de Dzien. La atención de la Comunidad Mágica se centró tanto en el magnífico descubrimiento como en la prometedora alumna que lo había protagonizado: Cassandra Vablatsky.

El Libro de Dzien describe cómo la Atlántida era en realidad una poderosa ciudad mágica ubicada en la isla de Tera y gobernada por un concejo de poderosos magos al servicio de los reyes minoicos de Creta. El texto afirma que fue en este lugar donde por primera vez en el mundo occidental se estudió la magia separada de cualquier connotación religiosa. Los alcances de esta magia son impresionantes aún para los parámetros de la magia moderna. Durante una campaña por conquistar la Grecia continental, los magos atlantes intentaron conjurar un poderoso hechizo que se salió de control, convirtiendo la principal montaña de la isla en un volcán cuya erupción destruyó la mitad de Tera y provocó terremotos y maremotos que asolaron todo el Mediterráneo.

Aunque el Libro de Dzien es cuestionado por muchos magos, cabe destacar que los arqueólogos muggles han identificado la erupción del volcán de Tera y la consecuente destrucción de la civilización minoica como un posible origen del mito de la Atlántida. Aunque, evidentemente, ellos atribuyen esta erupción a causas naturales.

Recursos de Investigación:

http://es.wikipedia.org/

“¿Quiénes fueron los Fenicios?”, revista National Geographic en español, octubre de 2004

“Italia antes de los Romanos”, revista National Geographic en español, enero de 2005

“La Batalla de Qadesh”, revista Historia National Geographic, número 34, 2006

Actividades:

1. Busca y presenta a tus compañeros información acerca de la ciudad fenicia de Cartago: ¿Dónde estaba localizada? ¿Quiénes y cuándo la fundaron según las leyendas? ¿Cuáles fueron sus principales conflictos contra los griegos y los romanos?