Mesopotamia significa “región entre ríos”, y comprende la zona geográfica entre los ríos Tigris y Éufrates, en la franja no desértica del actual Irak. Con frecuencia se habla de esta región como la “cuna de la civilización” debido a la gran antigüedad de los pueblos que se desarrollaron en ella.
Las culturas de Mesopotamia fueron pioneras en muchos campos del conocimiento, desarrollando la escritura, creando los primeros códigos de leyes y enriqueciendo la arquitectura con conceptos como la bóveda y la cúpula. También lograron grandes avances en las matemáticas con el florecimiento del cálculo y el refinamiento de la geometría. Sus logros astronómicos les permitieron contar con calendarios lunares precisos.
La literatura mesopotámica se puede separar en tres tipos: mitos (breves historias sobre los dioses), himnos (textos de alabanza de dioses, reyes, ciudades o templos) y lamentaciones (que narran temas trágicos).
La religión en Mesopotamia era politeísta y se centraba en el culto a un panteón de dioses de gran poder, entre los que se encuentran:
- Enlil: dios principal, creador y progenitor de las divinidades menores.
- Inanna o Ishtar: diosa dual del amor y de la guerra.
- Enki: dios del agua dulce.
- Ninhursag: diosa de las montañas.
El aspecto más llamativo de la arquitectura mesopotámica es sin duda los zigurats, templos construidos con terrazas escalonadas de gran belleza geométrica.
La Mesopotamia Neolítica
Los primeros momentos del desarrollo de Mesopotamia se dieron durante el Neolítico, entre los siglos XII y X a.C, con la transformación de los cazadores-recolectores en agricultores y ganaderos en el territorio comprendido entre la costa mediterránea cananea y la cordillera del Tauro. Este proceso se extendió a Siria, Palestina, Anatolia y los Montes Zagros. Pronto se dio el desarrollo urbano, con la aparición de ciudades como Bugras, Umm Dabaghiyah y Yarim-tepe. Los conflictos y el intercambio comercial llevaron a varias culturas a tomar la hegemonía de la región. Las principales fueron el-Ubaid y Uruk, con las cuales se consolidó el surgimiento de las primeras grandes ciudades antiguas de Eurasia.
El zigurat de Ur.
Los Sumerios y el Período Dinástico Arcaico
El Período Dinástico Arcaico se extiende desde 2900 a.C. hasta el 2334 a.C. y está caracterizado por el predominio de la Cultura Sumeria en la región de Mesopotamia, la expansión del fenómeno urbano y la aparición de la primera escritura cuneiforme.
La primera dinastía de este período fue la de Kish, aunque de la lista de reyes conocida sólo Mebaragesi y su hijo Aka han sido comprobados históricamente gracias a descubrimientos arqueológicos. Las fechas de los reinados que aparecen en estas listas son imposibles, por lo que se cree que fueron redactadas en un momento histórico posterior en el cual se mitificó a los primeros reyes. Mebaragesi habría conquistado Elam, fortaleciendo el dominio sumerio de la región. Posteriormente llegó al poder Mesalim, un rey de origen semita.
Sin embargo, el rey mejor conocido de este período es Gilgamesh de Uruk, inmortalizado en el primer canto épico del que se tiene conocimiento: el Poema de Gilgamesh. Aunque el poema presenta una imagen divinizada del rey, establece la construcción de la muralla de Uruk y la conquista del importante centro religioso de Nippur como parte de sus proezas.
Otras dinastías importantes de este período fueron la de Ur, la de Lagash y la de Umma. Esta última logró el dominio de toda Mesopotamia después que su rey Lugalzagesi consiguió derrotar a Lagash y unificar Sumeria.
El Imperio Acadio
Hacia el 2350 a.C. Kish fue tomada por un rey usurpador de origen semita llamado Sargón, quien fundó la nueva capital Agadé y derrotó a Lugalzagesi, acabando con el dominio de Umma sobre Sumeria y creando el primer imperio de la historia: el Imperio Acadio.
Los acadios formaban parte de las tribus nómadas semitas de la Península Arábiga, entre las que también se contaban los amorreos, los israelitas y los arameos.
Tras la derrota de Umma, Sargón lanzó sus ejércitos a la conquista del valle del Éufrates y el alto Khabur, llegando posiblemente hasta Anatolia, en la actual Turquía. Sus múltiples victorias le valieron el apelativo de Sargón el Grande. A su muerte, fue sucedido por sus hijos Rimush y Manishutusu, ambos asesinados mientras trataban de controlar varias revueltas en las ciudades conquistadas.
Durante el reinado de Naram Sim, nieto de Sargón, el imperio alcanzó su máxima expansión, incorporando la región de Alepo en Siria, Trípoli en Líbano, Susa en el oriente y la totalidad de Anatolia en el norte. Pero Naram Sim se vio enfrentado a las tribus Gutis de los Montes Zagros, las cuales aprovecharon las invasiones amorreas y la rebelión de Elam durante el reinado de Sharkalisharri para atacar al debilitado Imperio Acadio. En 2230 a.C. los nómadas amorreos alcanzaron Agadé y la arrasaron.
Después de la derrota de los acadios Mesopotamia quedó bajo el control de los gutis, a los cuales ciudades como Uruk y Ur les compraban la libertad mediante tributos.
El Renacimiento Sumerio
Este período histórico de Mesopotamia es también conocido como Tercera Dinastía de Ur debido al predominio de esta ciudad sobre el resto de la región.
El último rey guti fue derrotado al norte de Sumeria por Utukhengal, Rey de Uruk, quien a su vez fue traicionado por su general, Urnammu, después que este se proclamó Shagin (gobernador militar) de Ur.
El dominio de Ur sobre Mesopotamia marcó un renacer de la cultura sumeria, la cual había sido enriquecida por los aportes acadios.
El poder de Ur llegó a su final durante el reinado de Ibbisin, durante el cual la ciudad fue destruida por Elam. Ibbisin fue hecho prisionero y las tropas elamitas se establecieron en Ur. Pocos años después Ishiberra de Isín conquistó Ur y logró el dominio de Sumeria. El Reino de Isín a su vez fue derrotado por el Reino de Larsa, con el cual el renacer sumerio llegó a su ocaso.
La Puerta de Ishtar de Babilonia, exhibida en el Museo Pergamon de Berlín.
Babilonia
Según los textos bíblicos, la ciudad de Babilonia fue fundada a orillas del Éufrates hace unos 4500 años por Nemrod, quien también edificó la famosa Torre de Babel. Esta ciudad poseía una fuerte tradición semítica debido a las conquistas acadias. Durante mucho tiempo estuvo bajo la sombra de la poderosa Kish, hasta que se dio la llegada de los amorreos, los cuales fortalecieron la cultura semítica y adoptaron al dios de la ciudad, Marduk, como divinidad propia.
En 1782 a.C. fue coronado el sexto rey de la dinastía de Babilonia, Hammurabi, quien derrotó a las ciudades de Larsa y Assur, logró el control total del valle del Tigris y el Éufrates y proclamó la independencia y poderío de Babilonia. Hammurabi es también conocido por haber redactado el Código de Hammurabi, el primer compendio legal de la historia.
Alrededor del 1800 a.C. Mesopotamia presenció la llegada de varios pueblos nómadas desde el Cáucaso y Escitia, los cuales introdujeron el concepto de caballería y los carros de guerra. Babilonia se encontró rodeada por el Imperio Asirio y el reino hurrita de Mitanni en el norte, los Hititas en Anatolia y los Hicsos en Canaán.
Esta situación fue aprovechada por otro pueblo nómada, los Casitas de los Montes Zagros, quienes tomaron Babilonia en 1595 a.C. Los nómadas adoptaron la cultura babilónica como propia y en 1330 a.C. reconstruyeron Ur. Durante varios años Babilonia fue favorecida por las campañas de Asiria y Egipto contra los hicsos, los cananeos, el reino Mitanni y otros pueblos nómadas. Sin embargo, alrededor de 1274 a.C. Asiria atacó a los casitas y conquistó Babilonia.
Hacia 1200 a.C. los llamados Pueblos del Mar llegaron a las costas orientales del Mediterráneo, debilitando a los asirios. La oportunidad fue aprovechada por Elam para tomar Babilonia en 1174 a.C. En 1124 a.C. fue coronado Nabucodonosor I, un nativo de Babilonia quien expulsó a los elamitas y logró un breve período de independencia que duró hasta 1103 a.C, cuando fue derrotado por el rey asirio Teglatfalasar I.
Los babilonios protagonizaron varias revueltas durante el dominio asirio, pero fue hasta la muerte del rey Asurbanipal cuando Nabopolasar proclamó una vez más la independencia. Para evitar un nuevo intento de conquista por parte de Asiria, Nabopolasar pactó con Ciaxares, jefe de las tribus medas y escitas. En 612 a.C. los medas desde el norte y los caldeos desde el sur tomaron y saquearon Nínive, la capital asiria, a pesar del auxilio egipcio. Posteriormente, Nabucodonosor II, heredero de Nabopolasar, se enfrentó a los egipcios en la Batalla de Karkemish, con lo cual logró el dominio de Canaán y fundó el Imperio Caldeo o Neobabilónico.
Durante este periodo se dio la rebelión del reino de Israel y la insurrección de Tiro, en Líbano. Babilonia salió victoriosa en ambas. En la ciudad se construyeron la famosa Puerta de Ishtar y los Jardines Colgantes.
En el 550 a.C, en la vecina Media, Ciro el Grande tomó la capital fundando al Imperio Persa. Ante la conquista persa de Lidia en Asia Menor tres años después, el rey de Babilonia, Nabónido, buscó una alianza con Egipto. Pero en el 539 a.C. Ciro atacó y conquistó la ciudad, poniendo fin a la independencia de Babilonia.
Anotaciones para el Mundo Mágico: Las muchas voces de Babel
La leyenda de la Torre de Babel aparece en el capítulo 11 del Génesis de la Biblia. Allí se cuenta cómo los hombres liderados por Nemrod intentaron edificar una torre tan alta que llegara hasta el cielo. Yahveh hizo entonces que hablaran en lenguas diferentes, impidiendo que lograran entenderse. La destrucción de la torre por el atrevimiento del hombre es referida en el capítulo 18 del Apocalipsis, en donde San Juan de Padmos la describe siendo derribada por una tormenta de poderosos vientos e impresionantes relámpagos. La Torre alcanzada por el rayo fue un elemento icónico de gran importancia durante la Edad Media. En la carta del Tarot denominada “La Torre” se le utiliza para representar un final abrupto. Dentro de la cartomancia, esta carta es un elemento de muy mal augurio.
Más allá de la narración mítica, muchos estudiosos han intentado desentrañar el misterio de la Torre de Babel. En 1913 el arqueólogo muggle Robert Koldewey encontró dentro del perímetro de la antigua Babilonia un zigurat conocido como Etemenanki (“Casa del Fundamento del Cielo y de la Tierra”). Este habría sido un templo de gran importancia que fue destruido y reconstruido en numerosas ocasiones. Su altura original fue aumentada por los reyes Nabopolasar y Nabucodonosor II, llegando a alcanzar entre 60 y 90 metros de altura. Tan impresionante estructura fue alabada por el propio historiador griego Heródoto durante su visita a Babilonia:
“Este templo, que todavía duraba en mis días, es cuadrado y cada uno de sus lados tiene dos estadios. En medio de él se ve fabricada una torre maciza que tiene un estadio de altura y otro de espesor. Sobre esta se levanta otra segunda, después otra tercera, y así sucesivamente hasta llegar al número de ocho torres. Alrededor de todas ellas hay una escalera por la parte exterior, y en la mitad de las escaleras un rellano con asientos, donde pueden descansar los que suben.”
En su libro “Enigmas Mágicos de los Antiguos”, el escritor y mago alemán Jurgen Decker planteó la idea de que el zigurat de Babilonia podría haber funcionado como una gran biblioteca del conocimiento mágico.
“En estos tiempos tan tempranos ya se podría haber planteado la interrogante de cuál sería el papel de la magia en las civilizaciones humanas. Posiblemente aquellos que defendían su uso para el sometimiento de las clases no mágicas (hoy en día conocidas como muggles) se enfrentaron a quienes opinaban que el conocimiento mágico debía ser para ayudar y no para tiranizar. Si el templo-zigurat de Babel fue de hecho un gran centro de estudios, pudo haber sido también el epicentro de la discusión, la cual degeneró en un enfrentamiento violento entre las partes.”
Decker continúa más adelante explicando las repercusiones de una lucha entre los magos de Babilonia y mencionando el posible incendio de la biblioteca. Estos hechos, aunque no han sido arqueológicamente comprobados, podrían explicar la leyenda de la incapacidad de comunicación que llevó a la destrucción de la Torre de Babel.
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