Persia es una amplia región geográfica del Medio Oriente y el centro de Asia que corresponde mayoritariamente al actual Irán. Su nombre le fue dado por los griegos, quienes creían que el héroe mítico Perses (hijo de Perseo y Andrómeda) se estableció en los Montes Zagros y que los príncipes persas eran sus descendientes. Sin embargo, el origen de los persas es muy distinto. Persia fue colonizada entre el 2000 y el 1800 a.C. por una serie de pueblos nómadas del centro de Asia conocidos como los Arios. Alrededor del 1400 a.C. una nueva migración de arios se asentó en el interior de Irán.
La diversidad cultural de estos grupos impulsó la aparición de varios imperios que se disputaron el control de Persia durante la antigüedad. Los más importantes fueron los Medas y los Persas.
Los Medas
El conocimiento que se tiene del Imperio Meda es muy vago, debido principalmente a que se basa en fuentes antiguas poco fidedignas. El pueblo meda se habría establecido durante el primer cuarto del primer milenio a.C. en el noroeste de Persia, entre los Montes Zagros y Asiria al oeste, Elam y Parsis en el sur, la árida Partia en el este y los Montes Elburz en el norte, los cuales los separaban del Mar Caspio y Armenia.
El centro del país era atravesado por una importante ruta comercial que fue conocida en la Edad Media como la Ruta de la Seda. Esto hizo de Media uno de los reinos más prósperos de toda Persia. Los ricos suelos de los valles de los Montes Zagros permitieron a los medas una importante producción de plantas leguminosas, así como la cría de ovejas, cabras y caballos. Toda esta abundancia facilitó la aparición de grandes ciudades como Rhagae (actual Teherán), Gabae y Ecbatana (capital de la región).
Las tribus medas son mencionadas por primera vez por los asirios como enemigos del rey Shalmaneser III. Según Heródoto, Media fue unificada por Deioces en respuesta a la amenaza asiria. La Crónica de la Caída de Nínive relata cómo el rey meda Ciáxares destruyó la ciudad de Assur en el verano del 614 a.C. Dos años después marchó sobre Nínive en alianza con el rey caldeo Nabopolasar, dando fin al Imperio Asirio. Pero este breve periodo de poderío llegó a su final cuando el heredero de Ciáxares, Astiages, fue derrotado por el rey persa Ciro II el Grande, quien lo hizo prisionero y destruyó Ecbatana.
El Imperio Aqueménida
Los persas eran una tribu aria que se estableció en el territorio de Parsis, al sur de Media. Al igual que sus vecinos, se vieron amenazados por los asirios, por lo que apoyaron las campañas militares de Ciáxares. Un factor parece haber determinado el surgimiento persa: a mediados del siglo VI a.C. se inició la construcción de canales subterráneos en Parsis que irrigaron las áreas desérticas cercanas, expandiendo las zonas de cultivo.
Fue el rey Ciro II el Grande quien inició la conquista de los territorios vecinos derrotando a los medas y tomando el control de varias naciones que estaban bajo el poder de estos. Ciro II es el primero de una línea de poderosos reyes persas conocidos como los Aqueménidas. Con el apoyo de los ejércitos medas, Ciro II conquistó Lidia en 547 a.C. Ocho años después capturó Babilonia, reestableciendo el culto a Marduk y liberando a los israelitas. Tras su muerte en batalla contra las tribus nómadas del Mar Caspio, su hijo, Cambises II, fue coronado rey de Persia. El nuevo rey resultó un tirano que anexionó Egipto tras ganar la Batalla de Pelusio y proclamarse faraón. Su violencia y despotismo provocaron la rebelión de los medas tras su muerte en el 522 a.C. Su hermano Esmerdis intentó apaciguarlos trasladando la capital del imperio hasta la fortaleza de Sikayauvatis.
Esto causó la indignación de los persas y permitió a Darío I conspirar para asesinar al rey, acusándolo de ser realmente el mago meda Gaumata que se hacía pasar por Esmerdis mediante hechicería. El ascenso de Darío I al trono motivó una serie de revueltas por todo el imperio. Tras aplastarlas, se embarcó en una serie de campañas contra Tracia y las tribus escitas del norte del Mar Negro.
Uno de los mayores legados de Darío I fue el inicio de la construcción de una nueva capital imperial: la magnífica Persépolis. También dividió todo el imperio en 20 satrapías o gobernaciones, instaurando un modelo político que mantendrían los posteriores gobernantes de Persia.
En el 499 a.C. las ciudades griegas apoyaron la sublevación de los Jonios en Asia Menor. Los ejércitos de Darío I aplacaron la revuelta y quemaron la ciudad de Mileto. Así comenzó uno de los conflictos militares más importantes y decisivos de la historia antigua.
La antigua capital persa de Persépolis.
Las Guerras Médicas
En el 490 a.C. Darío I envió a la gran flota persa a invadir Grecia como castigo por el apoyo a la revuelta jonia. Sus ejércitos desembarcaron en el oriente de Ática, en la llanura de Maratón. La ciudad de Atenas envió a su comandante Milcíades para hacer frente a los invasores. La caballería y arqueros persas fueron poco eficaces contra las armaduras de los hoplitas atenienses. A pesar de la supremacía numérica, los persas fueron empujados hacia el mar y obligados a retirarse de nuevo a Asia Menor.
Cinco años después Jerjes I fue coronado. Decidido a someter a los griegos, envió emisarios a sus ciudades exigiendo tierra y agua como símbolo de sumisión. Atenas y Esparta se negaron, e incluso en esta última los emisarios fueron arrojados a un pozo. Jerjes I envió entonces un enorme ejército de un millón de soldados que atravesó el Helesponto mediante un gigantesco puente hecho con barcos. Ante el gran número de las tropas persas, los griegos decidieron retrazar su marcha en un estrecho conocido como las Termópilas (“Puertas Calientes”). Tal proeza estuvo a cargo del rey espartano Leónidas I, 300 de sus soldados y más de 1000 de otras regiones. Las falanges griegas se enfrentaron a los Inmortales persas durante dos días de batalla. Finalmente Leónidas I fue traicionado por el griego Efialtes. El sacrificio de estos hombres, sin embargo, permitió a las ciudades griegas prepararse para enfrentar a los persas.
Atenas había sido evacuada por mar, lo que causó la cólera de los generales persas que ordenaron el incendio de la ciudad. Posteriormente la flota persa fue destruida por los atenienses en Salamina y su ejército sufrió una desastrosa derrota en Platea, dando fin a los intentos de Jerjes I por controlar Grecia.
Durante el reinado de Artajerjes I hubo un tercer intento de conquista, pero la derrota en el río Eurimedonte en el 465 a.C. lo obligó a negociar un tratado con los griegos, el cual estipulaba el abandono de cualquier intención persa de conquistar Grecia y la prohibición de sus barcos a navegar por el Mar Egeo.
Dinastía Seléucida
Dinastía Seléucida
En el 334 a.C. Alejandro Magno de Macedonia conquistó Asia Menor, Canaán y Egipto, obligando a Darío III a preparar un enorme ejército en Babilonia. La batalla se llevó a cabo en la llanura de Gaugamela, donde los persas fueron derrotados y Darío III tuvo que huir. Sin embargo, fue traicionado por los sátrapas de las provincias orientales quienes lo asesinaron en contra de los deseos de Alejandro. Durante la guerra los soldados griegos incendiaron Persépolis como venganza por la destrucción de Atenas durante las Guerras Médicas.
Todo el Imperio Persa pasó a manos del caudillo macedonio hasta su muerte, después de lo cual fue repartido entre sus generales, los diádocos. Los territorios asiáticos le correspondieron a Antógono Monoftalmos, quien fue luego derrotado por Seleuco I Nicátor, diádoco de Babilonia y Siria.
La Dinastía Seléucida gobernó un gigantesco territorio que se extendía desde Asia Menor hasta Pakistán y desde los desiertos del centro de Asia y el Mar Aral hasta las costas del Golfo Pérsico y el Océano Índico. Los reyes intentaron mantener la tradición griega, pero gobernando al modo de los antiguos soberanos sirios, mesopotámicos y persas. La capital estaba en dos ciudades: Antioquía al oeste (actual Turquía) y Seleucia del Tigris en Mesopotamia.
Pero el reino seléucida resultó ser demasiado extenso para administrar. Poco a poco los reyes fueron perdiendo poder y los gobernadores regionales se hicieron coronar como monarcas. En el 64 a.C. el general romano Pompeyo destituyó a todos los pretendientes al trono seléucida y anexionó sus territorios a Roma.
El Imperio Parto
Los Partos eran una tribu escita de criadores de caballos y camellos bactrianos del sureste del Mar Caspio, los cuales conquistaron la provincia persa de Partia durante el siglo III a.C. A partir del 250 a.C. el rey parto Arsaces aprovechó el debilitamiento de los gobernantes seléucidas y conquistó las regiones del antiguo imperio persa. En el 141 a.C. Mitrídates I anexionó toda Mesopotamia. Para celebrarlo se hizo llamar Sháhansháh (“Rey de Reyes”). En el 115 a.C. la Ruta de la Seda se abrió hacia el oriente, recibiendo una delegación del emperador chino Wu Ti. Al igual que sus predecesores seléucidas, los partos gobernaron su imperio desde dos capitales: Hecatompilos en Partia y Ctesifonte en Mesopotamia.
En poco tiempo Roma y el Imperio Parto chocaron por el dominio del este del Mediterráneo. En el 53 a.C. los partos le dieron a Roma una de sus humillaciones militares más grandes de la historia, al aplastar al ejército de Marco Lisinio Craso en la Batalla de Carrhae. El poder militar parto se sustentaba en su caballería con arqueros y caballería pesada, conocida como catafractos. El poder político era de tipo feudal, en donde los nobles tenían mayor importancia que el rey. El imperio buscaba mantener la tradición griega heredada de los seléucidas, pero la combinaban con la tradición irania propia.
Durante los dos primeros siglos de nuestra era Partia se debilitó debido a una serie de guerras civiles. En el 224 d.C. Ardashir I, miembro de la familia Sasan de Persis, derrotó y mató al último rey parto, Artaban V.
Moneda sasánida acuñada durante el reinado de Sapor II. En ella se aprecia un altar zoroástrico al Fuego Sagrado.
El Imperio Sasánida
Ardashir I fue coronado Sháhansháh en Ctesifonte en el 226 d.C, dando inicio a la Dinastía Sasánida. Inmediatamente inició una extensa campaña militar que anexionó muchos de los pequeños reinos alrededor del antiguo territorio parto. Su hijo, Sapor I, continuó estas campañas penetrando en los territorios romanos orientales y conquistando Antioquía alrededor del 256 d.C. La respuesta romana fue una contraofensiva que buscaba recuperar Siria, pero en 259 d.C. Sapor I le dio un duro golpe a Roma al capturar al propio emperador Valeriano en la Batalla de Edesa. Posteriores reyes sasánidas perderían los territorios conquistados, incluyendo las preciadas provincias de Armenia y Georgia.
En el 309 d.C. Ormuz II fue asesinado por beduinos mientras cazaba, marcando el inicio de las incursiones árabes desde el sur del imperio. Los nobles sasánidas coronaron a su hijo Sapor II, quien aún estaba en el vientre de su madre. Sapor II fue uno de los más grandes reyes sasánidas, derrotando a las árabes y logrando un acuerdo de paz con el emperador romano Constantino II. Sus ejércitos conquistaron Turquestán, llegando hasta las fronteras occidentales de China.
El Imperio Sasánida llegó a su cúspide cultural a inicios del siglo V d.C. bajo el reinado de Bahram V. A finales de ese mismo siglo los heftalitas (Hunos Blancos) invadieron y saquearon el este de Persia tras derrotar a Peroz I. El caos se apoderó del imperio que fue gobernado por una serie de reyes débiles. A inicios del siglo VI d.C. Kavadh I negoció una alianza con los heftalitas y atacó al Imperio Bizantino (como ahora era llamado el Imperio Romano de Oriente). En el 502 d.C. tomó la ciudad de Teodosiópolis en Armenia y al año siguiente conquistó Amida junto al Tigris. En dos ocasiones derrotó al ejército bizantino comandado por el famoso general Belisario.
En el 531 d.C. fue coronado Cosroes I, quien creó la primera caballería de modelo medieval: los dekhans. Bajo su mandato las fronteras sasánidas llegaron hasta Etiopía y el sur de Arabia.
En el 590 d.C. Cosroes II fue coronado rey sasánida. Aprovechando la guerra civil que sacudía al Imperio Bizantino, conquistó Damasco, Jerusalén y Egipto, llegando incluso a sitiar Constantinopla. Esta campaña, sin embargo, debilitó las arcas del imperio, lo que fue aprovechado por el emperador bizantino Heraclio para contraatacar. Cosroes II fue asesinado y el Imperio Sasánida se sumió en el caos. Yezdegard III fue coronado en el 632 d.C, pero su reinado duró poco. Ese mismo año comenzó la gran invasión de los árabes musulmanes liderados por Khalid ibn Walid, compañero de armas de Mahoma. En el 651 d.C. Yezdegard III fue asesinado por sus propios nobles y el imperio fue absorbido por el califato islámico de los omeyas.
Sin embargo, el legado persa fue adoptado por los conquistadores musulmanes, impulsando el esplendor cultural islámico de la Edad Media.
Religiones de Persia
La inmensidad del territorio conquistado por los imperios de Persia sumado a la tolerancia religiosa practicada por muchos de sus gobernantes, ayudó a la propagación de gran cantidad de doctrinas religiosas.
La élite persa practicaba el antiguo culto al Fuego Sagrado, regalo de los cielos, el cual era protegido en los templos para evitar que se apagara. Durante el reinado de Darío I se adoptó el culto a la suprema divinidad zoroástrica Ahura Mazda (Ormuz) como protectora de la monarquía, el cual cumplía un principio dual en su enfrentamiento contra Angra Mainyu (Ahriman), el principio del mal. Este culto era monoteísta y basaba sus prácticas en las enseñanzas del mago Zoroastro (también conocido como Zaratustra), las cuales están recogidas en el libro Avesta.
Otro dios indoiranio reverenciado en Persia fue Mitra, deidad solar relacionada con la nobleza y los guerreros e hijo de Ahura Mazda (aunque los zoroástricos consideran su culto como una herejía). La conquista de Alejandro Magno permitió la introducción del Mitraísmo en occidente, donde sobrevivió hasta el siglo V como una religión secreta muy popular en el Imperio Romano, la cual compitió con el Cristianismo.
Cultos menores se desarrollaron alrededor de la figura de los Amesa Spenta (Benéficos Inmortales), los cuales ayudaban a Ahura Mazda contra los demonios o Devas.
El Imperio Sasánida buscó la implantación del Zoroastrismo como religión imperial, aunque con variaciones en su interpretación del Avesta que permitió la aparición de sectas como el Mazdakismo y el Maniqueísmo. Los gobernantes sasánidas permitieron también el desarrollo de otras religiones tales como el Budismo (en las provincias orientales, principalmente en Bamiyán), el Cristianismo (en Armenia y Georgia) y el Judaísmo (en Oriente Medio, con una comunidad próspera en Babilonia).
Anotaciones para el Mundo Mágico: Los verdaderos Magos
Alrededor del 1600 a.C. Zoroastro recibió la revelación de Ahura Mazda que le ordenó reformar la religión de su pueblo, la cual se basaba en la veneración del Fuego Sagrado. Zoroastro plasmó sus enseñanzas en un libro llamado Avesta, el cual habla de la eterna batalla entre el bien y el mal, la omnipresencia de Ahura Mazda (de cuyo espíritu es parte el Fuego Sagrado) y el rechazo a la predestinación, pues cada ser humano debe forjar su destino en el mundo. La religión de Zoroastro se propagó rápidamente por el centro de Asia, principalmente entre el pueblo Magie. La razón: al igual que ellos, Zoroastro era un mago.
Los magi fueron la primera comunidad netamente mágica conocida en la historia humana. El manejo de la magia por parte de ellos fue lo que le dio a esta práctica el nombre con que hoy la conocemos. Pero, ¿por qué los magos persas crearon esta comunidad apartándose de sus compatriotas muggles? Este es un enigma que ha atraído a los estudiosos mágicos por siglos.
El Zoroastrismo tuvo una gran influencia sobre los magi debido a que busca dar una explicación espiritual a los conocimientos mágicos. Los magi fueron fundamentales en la adopción de la religión zoroástrica en Persia durante el reinado de Darío I. De este rey se narra su famoso enfrentamiento con el mago Gaumata, quien había intentado hacerse pasar por el heredero al trono mediante una poción posiblemente similar a la multijugos.
A pesar de los conflictos con los nobles persas, los magi siempre ostentaron una buena posición social. Los estudiosos mágicos creen que los Reyes Magos de Oriente que visitaron al recién nacido Jesús en Belén eran monarcas de la tribu magie.
Con la conquista de Persia por el Islam, muchos zoroastristas (entre los que se contaban a los magi) huyeron hacia el noroeste de la India, donde fueron conocidos como parsis.
Hoy en día el Zoroastrismo perdura entre unos 20.000 parsis establecidos en Irán, India y Pakistán. Algunas de las familias mágicas más antiguas de esta región pueden rastrear su linaje hasta los Magi de Persia: los primeros y verdaderos “magos”.
Recursos de Investigación:
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Considera lo visto sobre la historia antigua de Persia y responde:
1. ¿Cuál crees que es la razón por la cual se dice que las Guerras Médicas entre griegos y persas fueron un momento decisivo para el desarrollo del mundo occidental?
2. ¿Por qué crees que la región de Persia es una encrucijada cultural importante entre Oriente y Occidente?
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